viernes, 14 de marzo de 2008

Pérdidas

Al final, culpa de mis vecinos de mierda reventados soretes mal cagados, que –ahora tengo la certeza– hablan a los gritos y ponen la música al palo plenamente conscientes de que –me– molestan; digo, al final tuve que recurrir a la química para tratar de dormir. Recurso que se reveló vano, lógicamente, con el nivel de ruido y de agresión sonora al que estoy expuesta.
La cosa es que llamé al psicólogo, me derivó al psiquiatra, y en la entrevista (para usar la palabra que prefieren) hablamos de que me gusta estar despierta durante la noche y de que, si pudiera elegir, preferiría dormir de 5 a 14.
“Te perdés la mañana”, me dijo, antes de recetarme melatonina.
Y vos te perdés la noche, man…
Yo me libero de la ominosa sombra que se proyecta desde el este, y me sumo en la suspensión del tiempo, en el profundo silencio, en la grave concentración de la noche.

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