En uno de los threads más recordados de foro-escorts, Jasmine preguntaba por qué los tipos se mueren por acabar en la boca y que la chica trague el semen. Varias explicaciones se dieron entonces, entre ellas una de Barba Negra que era un compendio de conocimiento y experiencia.
Yo no puedo hablar mucho del tema desde lo empírico, pero imagino varias explicaciones: la sensación de poder que da tener a alguien ahí abajo laburando para mi placer; la idea del macho munificente que puede, también él, alimentar; el fetiche de la imagen, bien fomentado por el mundo porno; la elección de la persona de llevar adentro al sujeto, a una parte de él, en un acto volitivo como es el de tragar… (Ojo, porque por ahí nos toca una viciosa a la que le re cabe la leche, y nos creemos que traga porque nosotros somos “especiales”, o yo qué sé, y lo hace de trola que es, no más…).
Y hay un link relacionado con lo católico: en la comunión, el sacerdote le da la hostia al fiel en la boca. (Corrientes renovadoras admitieron que el cura se la diera en la mano y que el fiel se la llevara a la boca, pero el conservador papado de Ratzinger busca rever esa medida, como tantas otras). Eso enlaza con la idea de que uno queda en el lugar de Dios: en vez de tragarse el cuerpo y la sangre de Cristo –es decir, una vida– simbolizados en la hostia, lo que se traga es otra vida, el proto cuerpo y sangre de la propia descendencia, lo que pone al eyaculador en el lugar de un Dios, cuyo hijo es tragado como el famoso muchacho de la cruz.
“La Eucaristía debe ser recibida con temor y una actitud de humilde adoración”, dijo un cura (monseñor Ranjith, un groso del Vaticano), ¿y acaso ese inmenso porcentaje de señores que anhelamos esa “prueba de amor”, the real one, no flasheamos en un bit de omnipotencia, con esa idea, con esas palabras llevadas a acto? ¿Acaso no nos calienta aún más saber que se la va a tragar toda, que no va a desperdiciar ni una gota de nuestro semen; acaso cuando sabemos que lo va a hacer no empezamos a gozar antes?
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