–¿Escribe?
–¿Eh?
–¿Escribe?
–¿Cómo?
–Si sabe escribir…
–Ah, sí. Sí.
Las dos primeras veces no entendí lo que me preguntaba, como si parte del mensaje que uno decodifica fuese predecodificada, independientemente de aquel, o como si la decodificación solo fuese completada por el mensaje.
Algo parecido a cuando a lo lejos viene un bondi, y, aunque no se distinga claramente el número, uno sabe cuál es, reconstruyendo en el cerebro esos píxeles que faltan en la imagen.
El que me hizo la pregunta terminó de llenar las fichas, por triplicado, y procedió a entintarme las yemas de los dedos.
Garca de mierda, no sé cómo seguís laburando. Pero seguro seguís estafando a los pobres: ese es tu estilo. Sos menos que una rata de albañal.
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