Me miro poco al espejo.
Esta vez me llaman la atención mis párpados, derrumbados sobre los ojos, achicándolos. Y la piel, reseca. Y la palidez de mi cara.
Ya no las canas, que siguen avanzando, ineluctables.
(Me inquieta, eso sí, saber si las cositas blancas que tengo hace meses en los mechones de adelante son piojos o es caspa).
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