Mientras esperaba cruzar en Coronel Díaz y Soler, recordé aquella larga caminata por Mario Bravo, hasta la farmacia de Honduras, y que entré y recité mi speech: “Hola. Quiero una jeringa descartable… –Y agregué–: Es para la revisación médica, creo que te vacunan, y no sé si usan material descartable”.
El tipo fue a la trastienda y, mientras yo miraba no sé qué boludez, esperando, vi de reojo cómo me observaba. Fácilmente adiviné lo que estaba pensando, pero yo la quería para otra cosa. Volvió, me dio la jeringa, le pagué y me fui. (En este momento recuerdo que unos días antes, en una farmacia de cerca de casa, no me habían querido vender).
Desanduve el camino por Mario Bravo, ahora en la misma dirección que tomé entonces, una vez que el semáforo y mi temeridad me habilitaran. La farmacia sigue estando, con su disposición interna modificada, y verla me disparó el recuerdo.
Como es evidente, nunca usé la jeringa.
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