“Israel construyó un vergel en un desierto”
Ante todo, no era un desierto: había gente. Había palestinos, musulmanes y cristianos, y había hebreos. Y tal vez hubiera otra gente, integrantes de otras minorías, que la historia habitual no registra. Es curioso que para la misma época en que Herlz acuñó su falaz frase “una tierra sin pueblo para un pueblo sin tierra” Julio Argentino Roca encabezara la conquista de un desierto… donde también había gente.
Y lo que Israel construyó y desarrolló lo hizo gracias al dinero que le regala EE. UU. Muchos miserables racistas suelen remarcar que “un paisito”, como llaman a la potencia ocupante, tenga tal desarrollo tecnológico, sugiriendo algún tipo de superioridad innata de los hebreos.
Omiten, maliciosamente, que la mayor producción tecnológica que tienen estos países se debe fundamentalmente a su posición sojuzgadora: el imperio y sus gendarmes expolian a las colonias, sostienen gobiernos corruptos que les son útiles y viven a sus costillas, manteniéndolas oprimidas e impidiendo su desarrollo. (Cuando Iraq quiso desarrollarse tecnológicamente, la entidad sionista lo bombardeó; cuando Irán quiere desarrollarse tecnológicamente, las amenazas de ataques son cotidianas).
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