Esta pelotudez repiten algunos, y con ella solo revelan que buscan relacionarse con seres dependientes y sumisos: Bush tiene su perro, y Spot le movía la cola, indiferente al número de muertos que hubiera causado su amo ese día.
No es, como algunos dicen, que el buen trato al animal refleja la bondad de una persona en cuanto se trata bien a alguien que no representa fuerza alguna, a diferencia del buen trato hacia las personas, que podría tener motivaciones especulativas o estar atravesado por la relación de fuerzas existente entre ellas.
(Y aun así a veces se lo maltrata, y el perro volverá fiel el día siguiente, moviendo la cola, a buscar el agua y el morfi; porque bien que muchos lo tratan como haciéndole un favor, sin respetar los tiempos del bicho para oler el meo de otro en la vereda, o le gritan “¡basta!” cuando sólo hace lo que le es propio).
Más bien, les permite regodearse en esa posición de desigualdad, como ocurre cuando pelotudos (generalmente pelotudas) vacíos de vida suelen darles de comer a los gatos, pero le niegan unas monedas a un linyera (sí, para que se emborrache, ¿y qué?).
Lo tratan bien porque es más fácil tratar bien a un perro que a una persona; es más lineal, es básica, la relación con un perro: no requiere de esfuerzo y les asegura un agradecimiento incondicional, sin correr el riesgo de la decepción, de los cambios de humor, de parecer o de ideas. Se trata de tratarlos bien para que solo por reflejo te den pelota, construyendo una relación de una vez y para siempre.
De esta manera, ensalzan a sus perros, que tienen más derechos que las personas. Y alimentan el gran negocio de alimentos para mascotas, juguetes para mascotas y demás pelotudeces para mascotas. Y creen que son mejores porque quieren, y aman, y cuidan a esos bicharracos, y tienen un terrible mastodonte en un depto de 40 metros, o lo dejan solo cuando se van a laburar; y en realidad tienen al bicho para sentirse generosos y buenos, porque la bondad y la generosidad no la demuestran con las personas, empezando por el hecho de sacar a cagar y mear al rope sin correa, y sin bozal, y ensuciando todas las putas veredas… Y eso, cuando lo sacan a pasear los dueños, que hay muchos que, como hacen con sus hijos, delegan su cuidado y su atención, y, así, salgo a la calle y tengo que esquivar a los cuidadores con su jauría multirraza que ocupa toda la vereda, y, cuando bajo a la calzada para evitar el riesgo de caerles mal, pienso en el legado gaucho, el perro y el mate, y lo maldigo, y me cago, no en la vereda, sino en Raúl Portal, Gerardo Sofovich y todos los que alimentan mediáticamente la adoración por un animal que, si me descuido, puede comerme un hijo (que no tengo), como pasa a menudo.
Y qué decir de aquellos que usan a los animales, a los perros, como extensión de su fuerza, y tienen dobermans y pitbulls y dogos y rottweilers, que son su brazo armado. O de esas solteronas que llaman “hijo” a su perro, cuadrúpedo sustituto de sus mascotas humanas, ya muertas o emancipadas, con el que buscan llenarse un poco el tiempo. ¡Y hasta le ponen un nombre de persona! O de las que se autocompadecen y dicen “es mi única compañía”… ¡Jodete! ¡Hacete cargo de tu fracaso en la vida y no me rompas las pelotas!
Muerte a ellos, y a los perros.
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1 comentario:
Portal tambien alimento mediaticamente(no se le podra decir jamas y menos para usar como insulto:animal) a Grassi quien tambien(si te descuidas y si no tambien) podia comerse un hijo tuyo(k no tenes).
A Sofochickk le tiraron los perros alguna vez??????????????????????????????? Mira vos!
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