sábado, 31 de octubre de 2009

Puño

Con el puño cerrado no se puede escribir. Y lo tengo cerrado.
No es una metáfora. Camino, me descubro caminando, por la calle con el puño cerrado, apretado.
No es el gesto de festejo que cierra el puño y pone el antebrazo casi vertical, y empuja el codo hacia abajo. No. Es el comienzo de un cross que no puede salir, que no encuentra destinatario.
Y no puedo escribir. Me cuesta mucho.
Calculo –lo he visto– que es algo habitual en los blogs. Se te fue la inspiración. No fluye, no libera, no sale... Pasó el berretín, surgen otras cosas donde poner esa energía. Ya dijiste lo que querías, las palabras deflagraron, quedaron consumidas, inertes, y los sentidos no aparecieron.
Igual, este no es el blog de Cuparito, no es un gran blog. Pero releyendo posts viejos, del año pasado, encontré cosas que me gustaron. Mirala vos a Olga, lo que escribió. Lo que pudo escribir. Lo que ahora no puede.
Así que, en vez de pasar rápidamente al blog siguiente, pueden darse una vuelta aleatoria por el archivo de este blog y quizá encuentren algún encadenamiento de palabras que justifique el intento. Entre 500 posts alguno tiene que haber… Pero nadie –¡ja!– va a leer todos los posts… Que el azar los lleve, que el azar los traiga.
No obstante, es raro. Porque la búsqueda de palabras no cesa. Es más: no puede parar. Esa palabra que alivie, libere, acerque, cambie una vida, dé un pie para cambiarla… Quiero romper el mundo a palabras. El mundo, estos mundos, la asfixia y el encierro. A precisas palabras.
La cabeza queda encendida por horas, y al final pierdo otro día, cansado, sin encontrar nada de lo que busco en ella para buscar mejor fuera de ella.
Y hoy no quiero más. No tengo ganas. Nunca llego. No veo cómo podría.
Nunca alcanzo. Nunca alcanza.
A veces, en casa, también me veo con el puño cerrado, yendo y viniendo por el pasillo que lleva a las habitaciones, en el espejo, en mi pieza, encerrado para que no me vean así. In fury.
A veces, en casa, la liga una pared. La ligan mis nudillos, que están hechos bosta de tantas piñas.
Entonces, las palabras se vuelven inapropiadas: el ¿psiquiatra?, ¿psicólogo?, ¿disfrazado? de la otra vuelta quiso volver dos o tres veces sobre mi mención de una trompada a la pared tiempo atrás. Y me hizo ver que de eso no se puede hablar en ese lugar. Tampoco de la muerte autoprovocada (lo sabemos hace mucho). Y tampoco de otra gente: ¿qué mierda tengo que contar-le lo que otra persona me contó de su vida y cómo me paro con respecto a eso?
Silencio. Sin palabras. El antebrazo tenso.
Las palabras no salen. No aparecen. Se olvidan. No llegan a destino.
Con el puño cerrado sólo se pueden hacer garabatos como los de los nenes de 4 años, que agarran la birome y le dan con fuerza, hasta que queda la marca en las hojas de abajo del cuaderno, en varias hojas.
Las letras quedan sueltas, en renglones diferentes; las palabras, incompletas.
Y la voluntad de construir un mundo a palabras se derrumba al comprobar su insuficiencia para ese propósito, al asomar debajo de ellas, entre abundantes conectores y una sintaxis impecable, la hilacha reveladora.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Cuparo se la come,Olga se la da.




/Hay una pintada asi en la esquina de mi casa/

Anónimo dijo...

Para qué cerrar el puño?
Abridlo. Escriba. Soy de los románticos que piensan que la escritura enaltece y nos mejora.

Cuando el otro es puño cerrado (piedra) gana siempre el de la mano abierta (papel). Porque lo envuelve.
Juguemos al piedra, papel o tijera.
Y seamos buenos jugadores (perdedores y ganadores).
Play the life (and the guitar) (bueno ok, the blues guitar).

Salud & paz.

Olga Eter dijo...

Anónimo del día 2:
Si lo de la pintada es cierto, seguro que la hiciste vos... (y si sos siempre el-la mismx, temo que tengas una obsesión con este blog, la enfermedad de la obsesión, ¡ja!, o que estés trazando un perfil psicológico de mí).
Anyway, si te da la nasta, mandá foto y la posteo.

Anónimo del día 3:
No es una decisión cerrar la mano. Se me cierra. Como queriendo asir algo, tal vez. O como queriendo romper algo, todo, todo esto. No sé. Es objeto de interpretación, parece...
Paz y salud van de la mano. La paz trae salud, la paz que da una (fugaz) presencia, de una mirada, calma el dolor. Y no es una manera de decir.
Y play the guitar, play the blues, ¡ya lo quisiera, querido anónimo!: si tenés el celular del diablo, decile que lo espero con la jeringa lista para sacarme sangre y firmar con ella a cambio de poder tocar como Johnny Winter, o como Robbie Krieger, o como Peter Green, o como Freddie King, o como Roy Buchanan, o como Clapton. (Bueno, para tocar como Clapton no creo que alcance con una sangre como la mía... >> Y si me pongo dens@, ¿o realista?, diría que mi sangre y tod@ yo no alcanzamos)

Anónimo dijo...

No tenes forma d aseverar semejante cosa.kien fue?No lo sabremos nunca.
Soy anonimx,no voy a sacar una foto d la eskina d mi casa para k alguien pueda saber dond ubicarme(x menos d eso a mas d unx boletearon.....)
Creo k lxs anonimxs nunca son lxs mismxs...es la ventaja de ser anonimx...siempre.