miércoles, 18 de agosto de 2010

Extracción (I) * Trabajo no calificado

Se supone que hay laburos que uno hace porque no le queda otra, y porque la calificación que requieren es ínfima o nula. Pero aun así hay que saber hacerlos bien.
Si querés laburar de puta, andá sabiendo que no alcanza con sacarse la bombacha y abrir las piernas. Ni siquiera con chuparla o con gemir como en una porno.
Si querés trabajar de mucama, sabé que no alcanza con pasar el trapito con fuerza. Sabé que si arrastrás los muebles y rayás el piso al que le vas a pasar la lustradora, no sólo estás laburando para volver a laburar (y tal vez eso sea lo que querés), sino que estás mostrando un profundo desinterés por mis cosas y por mi casa; es decir, por mí.
Y si te creés más que una puta o una mucama porque laburás sacando sangre, sabé que no alcanza con pasar el algodoncito con alcohol, tantear la vena y mandar la aguja.
Eso debería saberlo la chica que me agujereó el brazo el otro día, la otra mañana, en un lugar cuya sala de espera estaba adornada con fotos de autos y con una foto autografiada de la multitatuada estrella deportiva de la zona. En un lugar cuyo consultorio tiene un par de fotos de personas abrazadas, sonriendo mientras posan, seguramente tomadas en algún evento, y, presidiendo la mesa, un diploma enmarcado, sin vidrio, esmeradamente caligrafiado con falsa letra gótica, que acredita una licenciatura en parapsicología científica.
Cumplió el protocolo descripto luego de hacerme sentar y apoyar el brazo sobre la mesa. Sobre un almohadón que estaba sobre la mesa. Se ubicó del otro lado, me pidió que apretara el puño y me pinchó. Todo normal hasta ahí. Pero en un momento siento que mueve la aguja cuando ya está adentro. Y me duele. Y la sensación desagradable es mucho mayor que el dolor. Escribo y se me contrae el brazo por la impresión que causa el recuerdo.
La experiencia me enseñó que duele cuando entra y duele cuando sale. No mientras está adentro. Salvo que te lastimen. Y apenas ocurre, antes de abrir los ojos y mirarla, sé que pasó eso, que su torpeza o su desconsideración me lastimaron, y que no le importa, que ni se da cuenta.
Al terminar su tarea, toma un pequeñísimo trozo de algodón, lo embebe en alcohol y me dice que lo sostenga contra la sangría. Lo aprieto y me descubro haciendo un movimiento como de sana sana para mitigar la sensación horrible que remite a palabras como agresión e indefensión.
Hace malabares con las probetas, anota en una planilla y, un par de minutos más tarde corta cinta adhesiva hipoalergénica y con ella sostiene el mismo algodón en mi brazo. Me dice que puedo irme, y seguramente ve algo en mi cara porque agrega que puedo sentarme en la sala de espera si quiero. Le contesto que no hace falta, que estoy bien, que traje comida porque sé que el ayuno me pega mal.
Vuelvo a casa caminando, y comiendo, con el brazo duro como el de Scioli y sin poder bajarme las remeras ni los buzos. Al llegar, me saco la torunda, que está casi tan roja como blanca, y me descubro un hematoma.
Hace seis días que me sacaron sangre, ahora voy a buscar los resultados, y todavía tengo el moretón en el brazo, culpa de esta forra.
A la camuca –que no tengo– la puedo echar si persiste en su desidia. Con la trola y con la vampira es a cara o cruz. Con las putas últimamente es cruz. Con la chica del lunar protuberante en la mano también fue cruz. Y no tengo modo de hacérselo saber: no hubo una hora de intimidad, terreno fértil para que se me escape el fastidio por el maltrato, ese fastidio al que casi nunca puedo expresar verbalmente con claridad porque no encuentro una forma que considere apropiada y que sea inmediata.
No tengo modo de hacérselo saber a ella ni a su empleador/a, y, como a la puta y a su fiolo/a, no les importaría porque ya pagué. Y ni siquiera hay un sitio como Foro-Escorts para desahogarme.

1 comentario:

Olga Eter dijo...

A los 11 días todavía tenía un centímetro cuadrado de un rojo tres tonos más alto que mi piel en el lugar del pinchazo.
(Y a los 12 días me desperté, me miré el brazo, y aún quedaba algo de rojo junto a una difusa mancha negra, amarilla y verde)