domingo, 18 de noviembre de 2018

El ladri de Rieznik

Yo no cursé con Rieznik, cursé en la otra cátedra, la del tarado de las AFJP que usaba las clases como espacios publicitarios para todo el sistema de jubilaciones privadas en general y para la AFJP que presidía en particular, así que no sabía cómo era Rieznik. Para mí sólo era un nombre en las listas del PO. Y lógicamente nunca hablé con nadie que cursara con él, porque eran horarios diferentes y, sobre todo, porque no era sencillo hablar con alguien ahí; no para mí, al menos.
Ahora sé que era un ladri.
Sabemos que los libros que publican los docentes en Biblos son un curro que tiene como consumidores cautivos a los alumnos de sus respectivas cátedras y que en general se trata de meras desgrabaciones para poder reunir material publicable rápida y fácilmente. Pero este lo declara con toda naturalidad, diciéndoles a quienes compran el libro que no merecen más que eso, un nulo tiempo dedicado, apenas la exudación de su saber, que mana de él y queda recolectado en el hierro o el cromo de las cintas magnetofónicas.
Pero el suyo, que, lógicamente, es el eje de la bibliografía obligatoria de su cátedra, no sólo está "escrito" a partir de una desgrabación, sino que lo admite sin reparos. "Su base son clases grabadas cuyo registro particular ha motivado correcciones y agregados que, no obstante, no alteran lo esencial. El punto de partida fueron las versiones de los últimos años, que acreditan el acervo de una labor decantada por el tiempo".
Aun si el autor (?) no lo reconociera de modo explícito, muy rápido notaríamos que se trata de una desgrabación y que ni siquiera le pagó a alguien para que les dé coherencia y cohesión a las palabras. Nombra a tres mujeres, incluida una con su mismo apellido, como partícipes de lecturas críticas y edición, pero claramente son un fracaso en el tema, chicas.
En las cuatro páginas que integran el apunte que cayó en mis manos encuentro tres veces esas retahílas de palabras más o menos similares semánticamente que uno usa para llenar el silencio mientras ordena el siguiente concepto en la cabeza. Por ejemplo, "esa opacidad, ese asombro, esa contradicción", "por eso se necesita un tipo particular de indagación, de sondeo, de escrutinio, que llamamos ciencia".
Varios renglones, que sumarán páginas, va llenando Rieznik con el discurrir de la oralidad y de las palabras e ideas que se asocian en su cerebro sin que vengan especialmente a cuento. Por ahí habla de que las diferencias en las condiciones de vida en el capitalismo son más brutales que en la Edad Media, y eso pese a la Revolución Francesa; que pese a ella y a la Declaración de los Derechos del Hombre, que establece que todos somos iguales, hay algunos más iguales que otros. De ahí salta a la famosa frase de Orwell, y entonces se pone a hablar de este escritor y dice que era socialista: "Fue un hombre de izquierda, que incluso llegó, antes de la mitad del siglo, a pelear como internacionalista en la Guerra Civil Española, sobre la que escribió otro libro, que se llama Cataluña 1937", para terminar refiriéndose al programa de televisión homónimo 1.
Y sí, capo, difícil participar en la guerra civil española en la segunda mitad del siglo… Me parece que aclarárselo a alumnos de una carrera de grado de la UBA es un poco menoscabarlos. (O conocerlos, no sé).
"El propósito de este libro es abordar la Economía como ciencia", establece, y unas páginas más adelante habla de la expansión del sida en África y culpa a la industria farmacológica mundial (sic) diciendo: "Hace poco, por ejemplo, se conoció una noticia que tiene que ver con las cosas 'asombrosas' que pasan en nuestro mundo. Parece que frente a este genocidio en África del Sur decidieron que el Estado va a fabricar el remedio para el sida. Entonces, el costo unitario para derrotar al sida va a bajar de 1200 dólares, cuando la vacuna la fabrican empresas farmacéuticas privadas, a 40 dólares, cuando son hechas por el Estado".
¡En un libro que se pretende científico encontramos ese párrafo! Encontramos "remedio para el sida", encontramos "vacuna", encontramos "parece", encontramos "genocidio"… Empecé viéndolo como un ladri, pero a medida que profundizo me doy cuenta de que Rieznik era un pelotudo.
De paso, recordémosle a Pablo –bueno, a él no porque se murió, pero a las pelotudas que leyeron los originales y no le dijeron nada al respecto– que era el Estado sudafricano, en las personas de su presidente, Zuma, y de su ministra de Salud, el que se oponía a los antirretrovirales para tratar el virus, y que estos funcionarios afirmaban que la circuncisión o ducharse después de coger reducían el riesgo de contagio o que se curaba con remolacha y ajo.
Así que fue el Estado el que favoreció miles de muertes (un "genocidio", para usar esa palabra que tanto les gusta a algunos), no la industria farmacéutica, pedazo de pelotudo Pablo Rieznik.
Una de las infructuosas correctoras del texto es Graciela Molle, de la cátedra Molle del CBC, otra impresentable en cuyos apuntes encontré esos fragmentos de Rieznik y una larga y autorreferencial introducción a los textos elegidos por su cátedra. "Todos estos textos tienen en común que se refieren al objeto de estudio de la ciencia económica. A excepción del de Mochón y Beker, lo hacen desde una concepción de la ciencia económica coincidente con el punto de vista de esta cátedra, a saber, que se trata de una ciencia histórica y social cuyo objeto de estudio son las relaciones que establece la humanidad en el proceso de producción en la época contemporánea y que todos los fenómenos que de la forma de estas relaciones se derivan son de carácter social, desocupación, crisis, escasez en medio de la abundancia, etc.".
Y si no te gusta, "a quienes piensen que la importancia de las coincidencias entre estos autores es tan importante que las diferencias de enfoque a partir de las cuales justificamos su inclusión son apenas matices, les proponemos que tomen esas diferencias como reformulaciones del tema. Es decir, que el texto de cada uno de los autores, con sus respectivas variaciones, al presentar un contenido similar de manera diferente, constituye una nueva explicación, una puerta de entrada alternativa, para acercarnos al tema que se pretende explicar".
No, Graciela, una alternativa no sería más de lo mismo, sino una mirada distinta; pero vos solo querés adoctrinar, agarrar a pibes de 18 años y meterles marxismo con cánula rectal. Eso querés.
De paso, es divertido ver cómo Molle se la pasa hablando de la posibilidad de la caída del capitalismo cuando el que cayó ¡es el socialismo! Cuando el capitalismo no va a caer mientras nosotros vivamos ni tampoco mientras vivan nuestros hijos (los que los tengan).
Leo esto y me pregunto otra vez, con más distancia temporal, por qué mierda hay que morir en los puntos de vista monocordes obsesivos repetitivos de una cátedra así, de las cuales hay tantas, por qué mierda tenemos que caer en manos de gente así, que te llena de información sesgada que no te sirve para un carajo.
Además de su ideología apolillada, su estilo de redacción no es el más cuidado, como habrá notado el hipotético lector de esta entrada en la cita anterior. Ya en la primera oración de ese preámbulo te recibe con un golpe de repetición: "El presente programa ha sido elaborado teniendo presente que el CBC constituye el punto de partida la carrera universitaria y que la materia economía es común a un amplio conjunto de carrera distintas de la de economista profesional", el cual causa más gracia al leer, tres párrafos después, que prestará "particular atención" al "desarrollo de las capacidades de los alumnos para la comprensión de textos y la exposición escrita de sus conclusiones". ¡Empezá por las tuyas, Grace!
De todos modos, nada puede esperarse de una cátedra que suspende clases para ir a las marchas o que usa su blog para distribuir propaganda política y ni siquiera permite la publicación de comentarios.
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1 Otra muestra de que las clases del nabo este no eran más que un ejercicio de memoria, proclive a desviarse por cualquier lado: el libro de Orwell no se llama como dice Rieznik, sino Homage to Catalonia u Homenaje a Cataluña. Cada cosa que dice es así, tan poco fiable como la teoría económica que enseñaba.

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