Esta es una pavada de las que pueden decirte los boludos que, después de leerse un par de libros de autoayuda, se ponen a hablarte en plan ínclitos aconsejadores.
Pavada maliciosa que pone el peso de los hechos en una presunta responsabilidad de uno y atribuye a un deseo insuficiente el malogro de lo deseado. (Pavada similar, aunque no tan siniestra, a la que responsabiliza a algunos enfermos de su enfermedad porque “vos te lo generaste”).
Si eso fuese cierto, yo ya me habría garchado a Demi Moore, a quien deseo intensamente desde la época de “Échale la culpa a Río”, cuando era muy bonita, casi tanto como hace diez años –cuando publiqué por primera vez este post–, y muy distinta, vistas todas las cirugías a las que se había sometido (y a las que se siguió sometiendo, la última de las cuales la dejó casi deforme).
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario