miércoles, 1 de diciembre de 2021

Otro mail de feliz cumpleaños que no tuvo respuesta. ¿Tan insoportable soy? ¿O soy un monstruo? ¿Doy miedo o simplemente soy insignificante?

Este año casi no nos vimos, pero por esta fecha una neurona siempre salta y me dice que tengo que fijarme bien para escribirte el día exacto…
La otra vez sacaba cuentas y hace más de cinco años que estás en mi vida. Profesionales amables hay muchos (ponele… yo no me los estaría cruzando últimamente, jaja); gente que con un gesto llega más allá y deja una huella  no hay tanta.
(Yo digo “un gesto”, y fueron más de uno los que me quedaron…).
Incluso en un contexto como el que permitió que nos conociéramos, incluso en un segundo o dos, hay gente que tiene la capacidad  (¿el don?) de dejar algo distinto, genuino, la palabra que mejor cuadre. (Igual, no hay un medidor, así que pura sarasa esto, jajaja). 
Lo que sucedió algunas veces no necesariamente tiene que suceder siempre, el tiempo, el espacio y el contexto van cambiando (nosotros mismos vamos cambiando). Pero con que haya pasado ya me dejó el recuerdo al cual recurrir en caso de necesidad de dopamina, jjaja (en caso de estar en la sala de espera de un EMG).
Así que desde acá, desde el tercer cordón del conurbano de los afectos, va un feliz cumpleaños, un abrazo virtual, unas manos para que se encuentren en el momento de la despedida, unos jazmines de la casa abandonada a la vuelta de Puan que sigan creciendo indómitos y se desvíen para el lado de tu casa –si seguís viviendo por ahí, claro– y lleven su perfume –si te gustan los jazmines, claro–.
Y el deseo de que siga creciendo el emprendimiento. Cada vez que voy encuentro algo nuevo (desde objetos a recepcionista, jaja), y supongo que eso es buena señal. Y, por qué no, el deseo de que esto te genere una sonrisa, un módico bienestar, un toque extra de dopamina entre tantos mensajes que recibirás hoy.
Beso grande, S*******.

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