Quiero conseguir un medidor de terremotos y aplicarlo a la pared y al techo de mi departamento cuando el niño del piso superior retoza desbocado por cada ambiente. O cuando el niño del piso superior a ese juega al fútbol con su padre en el living de su departamento, o cuando salta y corre, solo o con su hermana, en una de sus varias peleas diarias. O cuando cada una de ellas termina con un portazo que estremece los vidrios de mi ventana.
Cuando me siento en el piso con la espalda apoyada en la pared y la siento vibrar, calculo un promedio de 4,3 grados en escala de Mercalli.
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