No sé dónde te encontré,
si fue en la calle
(a la vera de una vereda ¡cuac!),
en la lengua de un gato,
en una lata de Quilmes o de Speed,
en el hospital donde no me atendieron
o en alguna partícula del aire, inimputable.
Te fuiste llevándote tiempo de mi vida,
pedazos de mi nariz,
mucha energía
y las bases de una nada
que me permitía andar.
Me dejaste la fatiga en el cuerpo
y el miedo en la cabeza.
Entre vos y mis vecinos
me redujeron a un guiñapo errante
en mi propia casa.
(Valeria C., y lareputamadrequetepariódelorto)
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