El Poder Ejecutivo estadounidense acaba de vetar una ley que prohibía a la CIA utilizar métodos considerados como tortura. Entre ellos, el más conocido, y, también, el que suscitaba mayores controversias, es el que recibe el nombre de “submarino”, antiquísimo tormento que, según se afirmaba en una rueda de prensa brindada por militares estadounidenses relacionados con el tema, data de tiempos de la Inquisición.
Los defensores de estos procederes en el gobierno de EE. UU. afirman que es indispensable poder llevarlos a cabo para evitar “ataques catastróficos” de parte de enemigos como Al-Qaeda.
Paradojas de la política internacional, estas prácticas fueron realizadas también por tropas japonesas durante la segunda Guerra Mundial, antes de que se produjera el doble ataque con armas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki. En esa oportunidad, el país que lanzó las bombas atómicas, y que ganó la guerra, luego de la contienda, en juicios análogos a los de Nuremberg, juzgó y condenó a varios militares japoneses por crímenes contra la humanidad basándose en el uso del submarino, o “waterboarding”, según su nombre en inglés americano.
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