Otros criterios diagnósticos a considerar incluyen que las crisis se han seguido durante un mes o más de: a) inquietud persistente ante la posibilidad de tener nuevas crisis; b) preocupación por las implicancias de la crisis o sus consecuencias (por ejemplo, perder el control, tener un infarto de miocardio); c) cambio de conducta relacionado con la crisis.
Además, las crisis no se deben a los efectos fisiológicos directos de ninguna sustancia o enfermedad clínica y son recidivantes.
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