martes, 30 de diciembre de 2008

Soundtracks (no me regalaron el mp3 para Navidad)

Tie your mother down, de Queen, en Carlos Calvo entre Lima y Santiago del Estero, una noche, en el recreo del colegio.
You’re killing my love, de Roy Buchanan: una madrugada, en el aire de Avellaneda; una noche, en el de San Andrés. (En esta última yo tuve que ver y quise cerrar un círculo, o al menos darle otro trazo a la historia). También en el balcón de un hotel de Foz do Iguazú, una noche, con una Skol en la mano y el olor de la veterinaria de abajo en el aire.
Riders on the storm, de los Doors, una noche, volviendo del colegio, por Humberto Primero y Sánchez de Loria.
Lo Reedooo: Ji ji ji, en el medio del pogo, en Cemento, hace 20 años.
Siempre en la pared, de Spinetta: el primer tema que puse cuando laburé en una radio. Pensé que abría un círculo y sólo fue un rayón.
Estaré, por Palo, cuando se fue la vecina patotera que me había tocado el timbre para amenazarme. Volví al living, y en el canal 80 sonaba: “Estaré donde salga el sol, beberé la luz de todos los colores cantando”. (Ojalá que yo también. Ella, en cambio, estará chupándole la pija a su marido barrabrava, mal educando a esos niños Simpson que crio y comprándoles la Play, la compu y una tele por habitación para amenazarlos con no dejar que las usen si se portan mal).
Stormbringer, de Deep Purple, con el volumen en máximo, a las 5.55 a. m., para despertarme porque venía sin dormir y en tres horas tenía parcial. (En esa época no tomaba ni café). Con auriculares, claro.
Un desconocido saxo tenor que conservaba la belleza de la melodía sobre una base de piano, batería y contrabajo, una noche de día hábil por Corrientes, en los parlantes de Liberarte.
Sweet dreams, por los Eurythmics, una fría mañana de sol en Puan y Bonifacio, o por el barrio Cafferatta, algún sábado al mediodía.
Winds of changes, de Scorpions, una tarde ya noche de fines del invierno del 91 en la esquina sudeste de Corrientes y Paraná, o alguna paralela, saliendo de una disquería. (No será gran cosa, pero signó la época. Y “Still loving you” nos signó la adolescencia…).

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