En el piso de la cocina hay una bolsa de supermercado con unos cuantos diarios viejos dentro. (Después de lo que voy a contar, medí su altura, y era de siete centímetros). No sé por qué razón apoyé mi pie derecho sobre ella, y de pronto vi el mundo –la ínfima porción del mundo que tenía a mi alcance– desde otra perspectiva.
El estante superior del mueble estaba cubierto de grasa y polvo. El azulejo frente a mis ojos era otro. Había una bandeja sobre la heladera. Algunas cosas estaban más cerca, y otras, más lejos.
Y flasheé con todo lo que uno no ve, con el lugar desde donde ve lo que ve.
Si mi estatura fuese otra, este blog sería diferente. Y mi vida también.
Lo mismo si usara tacos, porque, además, te predisponen. (Y ni te digo si tuviese auto...).
De todo eso me di cuenta por juntar diarios para vender, ¿lo podés creer?
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