Más o menos sé cómo son las cosas. O lo intuyo, y armo en mi cabeza una realidad cubriendo las partes faltantes con otras que considero aproximadas. Y ando.
Pero a veces la realidad real se me impone, aplastante. Más contundente que cualquier mirada en el espejo.
Y me anonada. Me deja ahí tirado, y me quiero ir a la mierda.
Y no sé si seguir buscando –malamente- la forma de ser ese que quería ser, o si es inútil, y debo aceptar esto que soy.
Tampoco sé por qué quería ser ese otro, pero ese no es el tema. No ahora.
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