Iba a postear alguna de las cartas de mi epistolario no correspondido. Alguna de esas cartas, notitas, esquelas, mensajes, recados, protonovelas que desde los 14 años he dirigido a varias personas que conocía sin que dedicaran un instante a responderlas.
De algunas tengo copia, o el borrador, pero antes incluso de buscarlas, me acometió una sensación desagradable, y desistí.
Parece que me siguen doliendo, que de esas situaciones, de la sensación de ridículo, o de ser molesto y desubicado, del choque con la ajenidad, aún no puedo tomar distancia.
Como si estuvieran vigentes, aunque esté más rescatado, o resignado, y ya no escriba cartas ni deje stickers en la puerta del laburo de nadie, ni le mande mensajes en Facebook a la doctora R03.
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