Espero para cruzar en Colombres y Rivadavia. También espera una pareja que se besa y se manosea concienzudamente.
El chabón le mete las manos en el orto a la chica, le amasa las nalgas a través de su larga pollera mientras ríen e intercambian saliva, y ambos disfrutan sus cuerpos y las miradas ajenas.
Cambia el semáforo. El 132 articulado se detiene, y yo vuelvo a zigzaguear en busca de las últimas vetas de sol que se forman entre los edificios. Ese es todo el placer al que tengo acceso.
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