Demolieron un poco, e incluso hicieron una puerta a través del muro que linda con el lote contiguo; pintaron la fachada de blanco y pusieron un portón de hierro vidriado.
Ahora es un estacionamiento de la dependencia del GCBA que está al lado.
Asomarse a las ventanas del portón y tratar de reconocer algo a pesar de los reflejos en el vidrio es una visita autoguiada al pasado, una arqueología de nuestra juventud, es como armar un rompecabezas de recuerdos.
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