viernes, 30 de abril de 2010

Unidad de medida

Puedo hablar de xu piel, de cómo podría conocer cada centímetro cuadrado de xu piel.
Puedo hablar de xus fluidos, de cómo podría lamer y tragar centímetros cúbicos de, digamos, xu sudor.
Pero si quiero hablar de xu perfume, de cómo me llenaría la nariz con él, ¿cómo hago?



Y si quiero hablar de mi afecto sin sonar agitadorx o imprecisx… Si quiero ponerlo en palabras lo más objetivamente posible para que salga de mí –para que se sepa, no más, que sé bien que no me da derecho a nada– y para evitar la descalificación de quienes lo ven capricho, necesidad, verso, confusión, ¿cómo hago?
¿Me hago un electroencefalograma, un mapeo cerebral, una tomografía? ¿Qué estudio muestra cómo se alinean las neuronas, cuál es la respuesta neuroquímica, qué parte del cerebro se activa cuando veo xu foto, por ejemplo? ¿Y qué palabra se corresponde con eso, eh?
¿Me rindo a la mirada ajena, a un promedio de ellas? ¿Me escaneo todos los cambios corporales que me disparan xu presencia o, también, xu recuerdo, me someto a un deus ex máchina? ¿Qué, quién, cómo?
Y tampoco alcanzaría, tampoco es sólo lo que pasa dentro de mí. Es sacarlo, y convertirlo en hechos, en hechos más consistentes que la enunciación del afecto o el regalo de un peluche. En hechos apropiados. Apropiados… ¿según qué parámetro? Apropiados… ¡¿para quién?!

1 comentario:

Musidora dijo...

y ESE perfume en tu propia ropa ... como se hace con eso?