viernes, 17 de marzo de 2017

El verano termina

Cuando sacás la campera del placar.
Cuando guardás el ventilador en el placar.
Cuando sacás la frazada del placar.
Cuando se terminan los jueves de Dancing en el Konex (uh, este año hubo solo unos pocos jueves y no fui a ninguno). (Uh, este año, otra vez, no tuve con quién ir a ver a Dancing un jueves).
Cuando la vereda del sol no invita a sacarse la remera mientras caminás por ella.
Cuando las chicas dejan de usar havaianas (y se suma otro verano en el que no me cogí a una chica que use havaianas).
Cuando sacás el mosquitero de la ventana para poder cerrarla porque está fresco para dormir con la ventana abierta.
Cuando brilla por su ausencia el sonido (¿canto?) del colibrí en el jardín.
Cuando el vecino se levanta y, como siempre, hace ruido y me despierta, y al despertarme apenas se ve un atisbo de crepúsculo entrando por las rendijas de la persiana.
Cuando te volvés a acordar de aquella canción de los Doors.
Cuando ya no huele a durazno una ráfaga de la corriente de aire en la verdulería.
Cuando es 20 de marzo. Cuando anochece un 20 de marzo y se forman nubes negras sobre el descampado que cruza el 341 y se levanta viento, anticipando una tormenta que, sin embargo, pasará sin agua, pero bajando la temperatura. (Cuando te bajás del colectivo y tenés que correr porque hace frío).
Cuando te das cuenta de que te subiste al bondi de día y llegás de noche.
Cuando cierra la heladería. No, ese no es el fin del verano: ese es el fin del año.

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