Para sobrellevar esta vida en modo postergación, algunos se inventan la ilusión de una normalidad más o menos cercana con la vacuna, aunque sea con la primera dosis (porque acá compramos la vacuna de dos dosis…; y, encima, la que tiene una segunda dosis más difícil de producir) o mirando las estadísticas que muestran la baja mortalidad del virus chino. O cultivan fetiches como el de lavar con alcohol cada paquete de las compras o el de pasar el trapo húmedo de lavandina en el piso, o lo que sea.
Cada uno, muy razonablemente, se crea su propia zanahoria que le sirva como objetivo o, al menos, como estímulo. Sin embargo, hay cosas incluidas en esa fantasía que ya no van a ser. No sabemos cuándo podremos volver a la normalidad de los recitales, pero, cuando suceda, hay dos personas que ya no van a tocar. Los dos últimos shows a los que fui eran de gente a la que no voy a poder ver más, que no está más acá.
No va a haber más recitales de Sué Mon Mont, no va a haber besos en recitales de Sué Mon Mont (y, como nunca los hubo para mí, tampoco va a haber la ilusión renovada de que pudiera llegar a haberlos). No va a haber más recitales de Palo, no va a haber planes de cruzar media ciudad o medio conurbano para ir a verlo (hace mucho que no existe la ilusión de ir con alguien).
Con Palo se fue un pedazo de nuestras vidas, no solo de la vida que vivimos, sino de aquella con la que podríamos soñar. Por lo que vi en redes sociales, la mayoría de la gente que lo llora lo descubrió con Los Visitantes, que sonaban mucho en la radio a mediados de los 90: gente que hace poco inauguró el 4 adelante en su edad. En mi caso, y a diferencia de ellos, no es la banda de sonido de la adolescencia, sino música que me acompañó todo el tiempo, que me siguió gustando de grande, y que, además, pude compartir en vivo con alguna persona, lo cual me resulta especialmente significativo dadas mis dificultades para la sociabilidad (?).
Igual, tampoco quiero abundar en historias personales tan solipsistas como todo lo que digo siempre: para historias personales con link en el afuera hay un bonito texto de Helena P.B.
Al pasar, y sin que sea una militancia de nada, sino apenas la observación de algo evidente que, sin embargo, los medios adoradores del obituario callan, quiero decir que Palo se murió como dicen los conspiranoicos (?) que se muere la gente vacunada. Igual, digamos todo, no es una mala muerte: te apagan el interruptor y chau. (Igual, ya lo dijo en 1992: “En el río de asfalto muere la gente”).
Tal vez una nueva zanahoria para agarrarnos al futuro podría ser pensar una banda de post punk pandémico, o de punk post pandémico, que se llame Grafenados.
No sé dónde escuché que por cada rockero que muere nace un trapero: ¿quién, ahora, rockero o trapero, haría a los veintidós años una canción no elitista no onanista sobre una película de Wajda? Como sea, cada vez quedan menos lazos, y la intuición de que no habrá otros nuevos que nos sostengan o nos mantengan en contacto. Quizá vaya siendo hora de empezar a pensar seriamente en nuestra muerte en lugar de lamentar tanto las ajenas.
Esta lista de videos no es un regodeo necrofílico, es la actualización de una lista que tenía para mí. Pensaba que era para matizar el mientras tanto, pero de pronto es todo lo que tenemos y lo único que nos va a quedar, la dopamina adulterada del recuerdo del recuerdo.
Unos nenes de 22 años en lo de Badía
Un año después (sí, así empieza)
Los Visitantes, 1993 (show completo)
Guerra tras guerra (en La Trastienda, sonido horrible)
En el Parque Lillo de Necochea (solo audio, gran sonido)
Un cover de Sumo by Los Visitantes
Los Visitantes en el Canal de la Música, 1997
Solista, con un raro peinado nuevo en Much Music
El Palo Tanguero haciendo Naranjo en flor
Gusanos esperan gozar con tu encuentro
Tinta roja (2020: si no se moría, iba derechito a ser el nuevo Goyeneche)
Volviendo al rock, un video en el Roca
Te quiero llevar (en Music Country)
Sangre, en lo de Fantino, demudando a los caretas
Tanta trampa, de la misma noche
A través de los sueños, las nenas, siete vidas, en San Telmo
El ente, en Lanús, donde doblaba el 165
La balada de los tres ahorcados, esa noche de diciembre en el CAFF que hacía tanto calor
Otra de esa noche, la polémica versión de Karma Police
La humildad de tocar con una banda local en San Martín de los Andes
Aquella noche de Martínez: El rosario en el muro
Aquella noche de Martínez: Visores y Tazas…
Aquella noche de Martínez: Soy el visitante
Aquella noche de Martínez: Ella vendrá
Karma Police y Catarata de amor, locura
Con BBK en una estación del Sarmiento
A cada persona se mide por el tamaño de su corazón
En el río de asfalto muere la gente
El leñador en una radio barrial
Tazas en Santana, más acá en el tiempo, con dos eléctricas
Un cachito de Bi bap um dera en Niceto
Un show entero en ¿Benito Juárez?, formato trío
Popurrí de “Patria o muerte” con la acústica (!), un show durante la cuarentena
Córdoba 2021, show completo, solo set
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Algunos más que subieron a la web luego de que publicara el post (segunda addenda):
Hacenos bailar, Palo… Los Visitantes en Cemento, 1992
Los Visitantes en la calle… Alberdi casi Lacarra
Los Visitantes en el Nuevo Rock Argentino – Córdoba, 1993
Catarata de amor, con la acústica en un radio de Córdoba, 1993
Los Visitantes en Much Acústico, 1994
Los Visitantes, acústico en Rock de Acá (FM Rock and Pop, 1994)
Un Auto Unión acústico en Music 21 (!)
Te quiero llevar, Cosquín Rock 2001
Tremendísima versión de Virgen en Music Country
A desalambrar (y sí, era octubre de 2001)
Chiquillada, más acá en el tiempo
A través de los sueños, Comodoro Rivadavia, 2006
El enviado, el chimango, la soledad, solo set en Olavarría
En una fiesta de casamiento (!!)
Sangre, con Jake, el violinista yanki, 2009
Otra Sangre, en Zapala, verano 2010, con un público que se sabía toda la letra
Tazas, enfrente del Spinetto, esa noche que no entramos
Estaré en un asado, con músicos de Azul
Aquella noche de Martínez: El ente
Un tema de Desequilibrio en Olavarría, 2011 (5 views al momento de escribir esto)
A través de los sueños en el Senado. Si mirás bien, capaz me ves.
Bi bap um dera a dos acústicas, Mendoza, 2012
Cómo me gustan los videos donde se ve gente saltando y bailando
Antojo, con público en el escenario, casi como aquel show de Los Visitantes en CM
Palo y los Gorriones en La Plata 2014 tocando Playas…
Cabeza de platino en una radio de Boedo
Un reflejo, en el Recoleta, verano del 18, ¿cómo no me enteré? (dos cámaras, excelente sonido)
Karma Police en una librería de Sarmiento (Chubut), 2018.
Canción cántaro, desde otra perspectiva.
Paloma (y gran parte del show en la lista de reproducción) en Trelew, 2019
A través de los sueños, 2019. Otra producción muy pro, extático close up
Más cuarentena, tres temas, con la cámara “acá”, para ver todos los acordes
Con distanciamiento social (?) en la plaza de atrás de la estación…, ¿¡cómo me lo perdí!?
Solo set en Agua de Oro (Córdoba), verano de 2021, un público muy encendido
1 comentario:
Una cosa especialmente triste es que Palo se murió viviendo de prestado. Una vida de laburo y reconocimiento para terminar mendigando un techo.
Otra cosa triste, y llamativa, es que los dos párrafos que mencionaban el asunto en la nota original de la Rolling Stone desaparecieron de la versión que se puede ver en la web.
Durante la pandemia, Palo vivió en la casa de su hermana, Laura. “Ella le dejó su casa, se fue a Mar del Plata porque había sido abuela. Cuando volvió prefirió que Palo no estuviera entrando y saliendo por una cuestión sanitaria. Necesitaba una casa y no teníamos la liquidez para alquilar algo”, cuenta Germán. El músico atravesaba una larga separación de Verónica Palmieri, artista plástica y madre de sus dos hijos más chicos, Francesca (16) y Vito (11). El círculo familiar de Pandolfo lo completa Anahí (19), la hija concebida por Palo y su ex pareja Karina Cohen (integrante de Los Visitantes).
“Cuando arrancó el verano por suerte salíamos a tocar todos los fines de semana. A veces se quedaba en su casa con sus hijos en Paso del Rey. Estaba ahí en una convivencia no muy feliz. Después empezó a rebotar en algunos lugares: en lo del tío, en Paternal un mes, y en Amapola, un centro de música donde estuvo los últimos dos meses. Ahí tenía un cuarto, un estudio y abajo se daban clases de piano y música. El lugar se lo prestó su profesora de canto, Sandra Entin”.
Más llamativo aún cuando la primera canción del disco habla de eso, y empieza diciendo “No tengo casa”.
(También dice “No tengo ganas de andar por el suelo... El frío cielo esperando el gong”. Auch).
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