La verdad es que esta mina nunca me pareció gran cosa, ni en el momento de su irrupción, allá por los 80, ni luego, reconvertida en actriz pedorra; ni luego, cuando condujo un programa de entretenimientos que fue un fracaso; ni luego, impuesta como cuarentona hot por algunos medios.
De hecho, no sé si alguna vez le dediqué una paja. (Esto no quiere decir mucho, tal vez: se las he dedicado a Silvina Chediek y a Maby Wells, por ejemplo…).
En realidad, creo que es el ejemplo palmario de la mina que no tiene que chupar muchas pijas porque supo chupar la apropiada (la del ciudadano estadounidense Adrian Kirzner).
Nunca me transmitió nada atractivo, ni interesante: ni siquiera deseo. Y en algunas declaraciones periodísticas me pareció una pelotuda/enferma que debería ir al psicólogo un buen rato. Decía que le daba miedo dormir con la luz apagada, o que le pegaba a la hija, incluso cuando esta ya era adolescente. La excusa en este caso es que “Flopy me pide límites”. Claro, y vos se los das fajándola.
O cuando contó que debutó con un carnicero (empresario carnicero, no un carniza de rioba) en un fitito. Ya de pendeja quería empresarios…
Si Nazarena (a quien detesto) hace declaraciones de esa índole, es re grasa, y enferma, anoréxica, expone a su familia, etc. Si esta mina dice esto, es cool, es divertida, o no sé qué es (es clase media canaltrecera clarinetera).
Es patética, en realidad. Tanto como los que no se animan a decirlo porque es la jermu del neo zar, o lo que sea.
Es una pobre forra.
(Bueno, pobre no es…).
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