A raíz de los delitos cometidos por un grupete de piqueteros, o lo que sean, en el Ministerio de Desarrollo Humano de la provincia de Buenos Aires, en C5N entrevistaban al ex vicejefe de Gobierno provincial, ex dirigente de Quebracho y ex Montonero, Emilio Pérsico, que llegó a ese cargo en razón de su militancia piquetera (bueno, eso dicen).
En un momento, luego de señalar su discrepancia con el modus operandi de este grupo, Pérsico repitió que no había que criminalizar la protesta. Lo que no dijo es qué hacer cuando la protesta es criminal.
El ignoto periodista le preguntó entonces si para él debía encarcelarse a estas personas, que habían ido decididas a tomar el edificio y a cometer desmanes, incluso con bombas molotov. Y el ex funcionario se hizo el sota, dijo que no sabía, que –otra vez– no hay que criminalizar la protesta, que los luchadores del campo popular y bla bla bla…
Pérsico no dice nada al respecto porque tiene las manos machadas con sangre. Este criminal, que volvió al país dentro de la contraofensiva estratégica de Montoneros como parte del ala militar (y no como parte del ala política, cuyos integrantes cayeron como moscas), participó del intento de asesinato de Guillermo Klein, funcionario del ministerio de Economía de Martínez de Hoz.
Como parte de una teatralidad obscena, luego de asesinar a los custodios, evacuaron a la servidumbre y pusieron una bomba para que se derrumbara la casa matando aplastados a Klein y a su familia. Al igual que en la mayoría de sus operaciones militares, los asesinos fracasaron, y si bien la casa se derrumbó, Klein y los suyos finalmente fueron rescatados.
Esos crímenes siguen impunes. Sus perpetradores ocupan cargos públicos y, como es lógico, no condenan a otros delincuentes, como estos desmanados piqueteros, o lo que sean, que, encima, nos toman de boludos cuando dicen que ellos no rompieron nada.
Ya lo dijo Kirchner en Plaza de Mayo: “Volvimos”.
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