martes, 15 de abril de 2008

Despenalización

Toma vuelo, y es vista como señal de progresismo en algunos sectores, y con una sonrisa china en otros, el proyecto de despenalizar el consumo de ciertas sustancias que impulsa el Gobierno y que tiene en el ministro ex prófugo Aníbal Fernández a su principal vocero.
Ayer paso por el Cenareso y descubro en un panel desvencijado qué quiere decir esa sigla: Centro Nacional de Reeducación Social…
Mientras, los lugares privados análogos suelen escudarse en lo religioso, en el nazismo llamado conductismo o en la psiquiatría que admite el tratamiento electroconvulsivo para ciertas enfermedades.
Mientras, en algunos de esos lugares, como los sucedáneos de la granja del pastor Novelli, la fucking “clínica” de Ibicuy y tantos otros, se violan descarada e impunemente los derechos humanos con “tratamientos” basados en la humillación, la despersonalización y la degradación, e imperan normas absurdas y arbitrarias impuestas y controladas por desdentados descerebrados con la cabeza quemada (no por las sustancias cuyo consumo se jactan de haber abandonado, sino por su propio modo de ser, adquirido o no), movidos por la fe de los conversos, la insensatez de los movimientarios y la embriaguez que produce el poder, esa clase de poder, en esa gente.
Mientras, el caso de los policías de la custodia de Aníbal que volcaron en Salta con una camioneta llena de merca sigue en el limbo.
Al respecto, yo sólo puedo decir una cosa.
Alza las manos si quieres fumanchear, alza las manos…
Alza las manos si tú quieres jalar, alza las manos…



Perdón, no puedo seguir escribiendo: tengo las manos levantadas.

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