Quiero dormir doce horas seguidas por doce días seguidos.
Y, a continuación, quiero dormir once horas seguidas por once días seguidos.
Y luego, diez horas seguidas por diez días seguidos.
Después, quiero dormir lo que mi cuerpo solía pedirme para estar fresc@ y pilas, alrededor de nueve horas diarias, yéndome a dormir sin tomar pastillas y sin temer despertarme sobresaltad@ por los ruidos de los invasores que me rodean, sin que meterme en la cama y apagar la luz sea la antesala de la cámara de torturas, sin que sea la continuidad de la tortura. Sin tener que decir, o pensar, “mañana, dentro de un rato, otra vez lo mismo”.
En ese lapso, además de ponerme 0 a 0 con mi sueño atrasado, supongo que habré purgado todas las sustancias tóxicas que produce mi cuerpo debido a esta situación, y también las que le incorporo para sobrellevar aquellas.
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