A veces –¿cada vez más seguido?– tengo esa sensación de necesitar gritar, o llorar, como algo atascado en la garganta.
Pero no me sale, se me queda en el borde, como un estornudo que no se consuma, y al rato esa inminencia se disipa. Pero persiste en segundo plano.
Bue, el otro día grité cuando dormía.
Y a veces también tengo la sensación de necesitar agarrar un fierro y empezar a romper cosas, animales, personas.
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