Paso por ESPN, por el internacional –no por el argento–, y encuentro campeonatos de bowling, patinaje artístico sobre hielo, torneos de pool… ¡Hasta pasan partidas de póker!
Y me acuerdo de cuando pasaban básquet universitario, varios partidos por semana: los lunes a la noche creo que había triple jornada, terminando a la madrugada con un partido de la conferencia Big West.
Después, parece que se vencieron los derechos, y se volcaron al lacrosse y a los deportes extremos. Y fue una pérdida. Además de que el básquet es más ameno y entretenido que todos estos deportes, además de que en el bowling no tienen las cámaras glúteas de Sofobitch, lo mismo que en el patinaje, y de que la variante de pool que juegan no es Bola 8; además de todo eso, cuando pasaban básquet universitario, uno les echaba el ojo a algunos jugadores, y después los seguía en la NBA.
Me acuerdo de Shaquille O’Neal, que jugaba en LSU; de Tim Duncan y Rodney Rogers, en Wake Forest; de Christian Laettner, Grant Hill y Bobby Hurley, en Duke; de Alonzo Mourning, en Georgetown; de Tom Gugliotta, en NC State; del gigante Bradley, en BYU; de Sam Cassell, en Florida State… De los primeros que me deslumbraron, Adonis Jordan y el zurdo Rex Walters, los perimetrales de Kansas, que eran compañeros de Alonzo Jamison y de un pivot novato que después jugó muchos años en Utah: Greg Ostertag. También estaban, entre tantos otros que van saltando en la memoria, Marcus Camby y Pepe Sánchez en Temple; los Fab Five de Michigan, con Chris Webber, Jalen Rose and Co., y Lulú Davis, de los Gauchos de UCSB, que no llegó a la NBA, pero jugó acá en Deportivo Roca.
Con Walters no pasó gran cosa en la NBA, como con varios de ellos, pero me hice hincha de Kansas por él y por las asistencias de pique que daba, onda Miguel Cortijo. En realidad, los fenómenos de la NBA no pasan por la NCAA: llegan derechito desde la secundaria, como Kobe, LeBron o Kevin Garnett. Pero estaba bueno jugar a ser descubridor de talentos.
Los últimos que recuerdo como buenos proyectos los vi en Fox, una vez que pasaron el torneo de los 64, que ESPN no televisó casi nunca. Jugaban en la Universidad de Utah y llegaron a la NBA: Keith Van Horn, un grandote que fichó para los Nets, y André Miller, un base que integró el “Dream Team” en el Mundial de Indianápolis, cuando la selección de Magnano les rompió el invicto.
También es un bajón que pasen menos béisbol, pero al menos sigue estando Álvaro Martín, y es un gusto escucharlo relatando, sea fútbol americano, sea básquet de la NBA.
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