Hacía mucho que no comía con otra gente, sentado a una mesa, con cubiertos (alguna pizza, alguna empanada habré comido, pero eso se come con la mano), bebiendo de un vaso, sin poder eructar, estando pendiente de los demás, de la charla…
Y de mí, de que no se me escape la cotidianeidad.
Fue un sufrimiento.
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