jueves, 17 de diciembre de 2009

Conozco la ley

Mi encarnación cartonera ya había tenido un par de entredichos callejeros con unos metidos que me encararon cuando sistemáticamente, y uno por uno, me llevaba todos los volantes publicitarios impresos en papel blanco que encontraba en los parabrisas de los autos o en las puertas de las casas.
Y como ella, al igual que yo, es bastante enjuta, y no le da hacerse la mala, tuvo que comerse dobladas las patoteadas sin decirles que se metan en su vida ni aceptar la pendencia que ofrecía uno de esos cabezas.
La otra tarde iba recolectando las revistas de Rodó (o Frávega, o el que fuera) que habían dejado en todas las puertas de mi barrio. No bajo la puerta, porque el volantero resultó ser fiaca, o alguien con problemas de cintura, y evitaba agacharse. Estaban a la mano, atrapadas entre la reja y la ventana, a medio meter en el buzón, sostenidas por la aldaba…
Doblo en la esquina de casa, con un buen pilón bajo el brazo, y de repente surge detrás de mí un tipo joven que me pregunta qué estoy haciendo. Antes de que le responda, antes de que le responda “¿qué te importa?”, descubre la condición retórica de su pregunta y me dice que “está mal” lo que estoy haciendo. Y desata su monserga sobre el bien y el mal.
No era un evangelizador, como ese que me abordó esta misma noche, con acento extranjero, camisa tan blanca como su piel y corbata bordó, hablándome de un libro cuya tapa me mostró sin que pudiera leerla, no sé si por la penumbra que rodea las torres de Inclán o por mi desinterés. El bien no es seguir los dictados de ese libro, el mal no es ir contra ellos. Lo que está mal para este muchacho, cuya camisa blanca tiene cuadros verdes, es lo que estoy haciendo.
Alguna de sus interpelaciones, o mi buena educación, hizo que le respondiera, que quedara retenido en la parada del bondi que él iba a tomar, argumentando con el tipo, cuyo pelo corto, muy corto, era tan revelador como sus rasgos.
Me dice que no puedo llevarme las revistas, que ese es el trabajo de otra persona y que lo estoy perjudicando. Entonces, cuando deja de hablar de lo que está bien para hablar de lo que se puede, me lo tomo más en serio y le respondo que no me estoy llevando nada de ninguna casa, sino lo que está a la deriva, lo que bien probablemente va a terminar ensuciando la calle cuando el dueño de casa, o el inquilino, o quien sea, llegue, o salga, y tire la revista a la mierda. Y le señalo todas las revistas que ya se desarman en las veredas…
Se pone pesado, y el speech y el lenguaje corporal lo botonean cuando da a entender que estoy robando correspondencia. Y me lleno los huevos de este rati del orto (expresión que constituye una tautología, lo sé). Le digo que no tienen destinatario, que no pertenecen a nadie, que no constituyen correspondencia, sino publicidad no deseada. Y como suelo repetir algo que se me ocurre y me gusta, se lo repito después de mandarle que “conozco la ley”: “Esto no es correspondencia, así que no es delito llevárselo”.
Trata de sostener la discusión, de imponer su punto de vista, pero pierde énfasis: se consume su compromiso con la moral y con la ley como una llamarada sobre un pequeño charco de alcohol. Y cambia el ángulo de ataque: me pregunta por qué lo hago, dónde lo vendo (“en la esquina, ¿querés ver?”), vuelve a hablar de “lo ajeno”… Mientras el bondi no viene y se disipa mi temor de que la conversación termine con la presencia de un patrullero, concede que está bien, que estoy trabajando, pero que el volantero también, y, finalmente, me dice que me vaya, que puedo irme (!).
En ocasiones como esta, me gustaría medir seis pies de alto y poseer una contextura temible. Pero como no es el caso, mejor no buscar quilombo.
Debo conformarme, y valorar la réplica al ángulo, inatajable para un yuta de franco. Le duele más. La tiene (que ir a buscar) adentro.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

El otro dia mi abogado(k no es mio) me dijo.../no se a raiz de k comentarios k hacia yo/...vos hagas lo k hagas siempre vas a ser inocente y yo voy a salir en tu defensa(con cara de aprobacion!!!!;)).
Estoy esperando el momento xa usar la frase"Conozco la ley"(je) pero llegado el caso usare la frase"Conozca a mi abogado".Jaaa

Anónimo dijo...

¿Inocente o inimputable?
Igual, no te confíes, que no es juez.
(Seguro que te quiere coger... prrrrrrrrr)

Un comment anónimo que leí en este blog me inspiró un lugar para decir "conozco la ley": en el super, cuando el-la cajerx quiere zarparme los centavos del vuelto.
"El redondeo es a favor del cliente. Conozco la ley".

Anónimo dijo...

No,no me kiere coger(ya hablamos del tema,mas vale).
Le pinta el morbo x las viejas d + de 35 y yo (dicen) parezco algo mas joven.Igual x casa no lo entienden,ja.



Ser inimputable me confiere una inocencia absoluta(y viceversa).La unica diferencia es k se k mi inocencia es absurda,completamente.

Anónimo dijo...

No,no me kiere coger(ya hablamos del tema,mas vale).
Le pinta el morbo x las viejas d + de 35 y yo (dicen) parezco algo mas joven.Igual x casa no lo entienden,ja.



Ser inimputable me confiere una inocencia absoluta(y viceversa).La unica diferencia es k se k mi inocencia es absurda,completamente.

Anónimo dijo...

El tema, en realidad, no es si te quiere coger o no.
Cualquier tipo puede querer cogerse a cualquier mina, esté-n en pareja o no. (Y algunas minas también pueden querer cogerse a tu mina >> De hecho, si tenés una mina, te la van a querer coger. Siempre. TEnés que vivir con eso, man)
La cosa es qué hace uno cuando otro le quiere coger la mina, cuando cree que le quiere coger la mina; cómo se pone, cómo lo maneja, qué le dispara, etc.

Anónimo dijo...

Pone





Maneja




Dispara

Anónimo dijo...

Apunta








(Marca)








Detona








(Yerra)








Explota







Pum.