viernes, 20 de diciembre de 2019

Números redondos

Cuando podés descansar (no dormir bien: dormir bien es otra cosa), y, después, encima, hay cierto silencio, una ausencia de la vibración nefasta e interminable que producen los vecinos, te encontrás con el vacío.
Toca P. y están dadas todas las condiciones para ir. (La única duda sería a qué hora empieza posta, porque, además, hay teloneros, aunque saliendo nueve y cuarto, para llegar poquito antes de las diez, estaría bien, dice mi intuición). Pero no da. Algo no conecta. Los 600 mangos de la entrada. O ir sin compañía, volver sin compañía, años igual. Y no voy nada.
Ni siquiera la muy buena idea de adelantar la lista de temas, y saber, así, que va a tocar Bi bap um dera y Gris atardecer, me saca de esa decisión que no sé si es apatía, depresión o simplemente ganas de no pasar por donde ya pasé. O de acordarme de que alguna vez pasó y, de pronto, dejó de pasar. Dejó de poder pasar.
Como estamos en 2019, ni siquiera hay gente que se cope en subir videos a Youtube. Lo compartirán en su micromundo whatsapero, instagramero, yo qué sé, pero nada que le permita acceder a alguien de afuera.
Me hundo en el colchón hundido y me quedo boludeando con la compu. Buscando, ahí también, cosas que pasaron hace diez años.

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