viernes, 22 de agosto de 2008

Vértigo

Tengo vértigo. Me paralizan las alturas, en especial si no hay barandas altas, muy altas, de preferencia tan altas que formen un techo; en especial si los escalones carecen de la parte vertical entre peldaño y peldaño (que se llama contrahuella).
Sin embargo, no tuve ese desasosiego inmanejable cuando viajé en avión. Pero para cruzar el puente peatonal sobre la costanera… ¡me tenían que arrastrar! El mismo temor irracional lo padecí en el puente que cruza la 9 de Julio a la altura de Cochabamba, o en el que está sobre las vías del Sarmiento, a la altura de Bustamante (pero no en el de Billinghurst, ni en el de Mario Bravo, ni en otros como estos).
Incluso me he propuesto cruzarlos, y lo logré; pero sufrí tanto que la próxima vez elegí dar un rodeo, como siempre.
Supongo que el origen de esta fobia se remonta a cuando visitaba el departamento de mi abuela, que vivía en un noveno piso a la calle. Calculo que me habrán dicho: “Si salís al balcón, te vas a caer”, o alguna otra de esas amenazas que se les hacen a los niños y que los trauman de por vida.

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