jueves, 30 de julio de 2009

Cuestión estadística

Se mudó la mina que le gritaba (¿y le pegaba?) a su nieta, una criatura de un año. Vino una familia donde los padres les gritan a sus hijos y los niños les gritan a sus padres.
Se fue la vieja ruidosa y desconsiderada. Vinieron unos jóvenes ruidosos y desconsiderados. Se llevó a la mucama descuidada. Vino otra mucama arrastramuebles.
Se fueron los anteriores administradores, que postergaban sin fin las reparaciones. Los reemplazó otra administración que posterga las reparaciones.
Se fue la mina que se adueñaba de las reuniones de consorcio. Otra mina se adueña de las reuniones. Y esta es capaz de hacerle una cámara oculta al portero para escrachar alguno de sus microemprendimientos.
Comparte la Comisión con el otro psicópata, el que –a propósito– ponía la música al palo cuando yo estaba enferma, el que le dijo a la vieja conchuda que no me diera el gusto y no se mudara. Va a una reunión por primera vez desde que vive acá, y va decidido a ocupar un lugar de poder. Se gana a los presentes diciendo que todos tenemos que ser solidarios y que ser solidario también es cerrar la puerta del ascensor. Les resulta tan sensato y ejecutivo que lo votan unánimemente, y yo, que lo escucho maltratar a sus hijos a diario, me notifico de que es más siniestro de lo que pensaba.
Parece que es una cuestión estadística, de probabilidades. Si vivís en un edificio, sí o sí te va a tocar gente así, gente que tira basura a la planta baja, gente con perros, gente que escucha la música fuerte, gente que cree que su ombligo es el límite del mundo, gente que grita, gente que saca la basura cuando quiere y te llena de olor y cucarachas el palier. Gente que se caga en los demás.
Gente que con un poquito de poder muestra su hilacha, como aquel personaje de Olmedo, el que decía “éramos tan pobres”, que aspiraba a la subgerencia. Cuando el gerente (Portales) le decía que estaba a un paso del cargo y le preguntaba cómo actuaría si ya fuera subgerente y vinieran los empleados a pedirle aumento, Olmedo se sacaba y decía: “¿Aumento? ¿Quieren aumento? Aumento… ¡De acá!”.
Gente que propone un recargo del 20% si te atrasás 10 días en el pago de las expensas. Gente que apoya esa moción. (La sottoscritta no, pero, maravillas de la democracia, pierde la votación).
Y hay que bancarse cuando muestran su laya de usureros, de soberbios, y te pasan por la cara que ellos tienen (módicamente) guita: que les da para el auto, y para el garaje, y para comprarse el aire –y para ensuciar el patio cuando lo instalan–, y para las vacaciones, y para garpar las expensas en tiempo y forma.
Y decí que en este edificio no hay privados, y que no hay gente que mea en el palier, como se desprende del papel pegado en la entrada que vi en otro edificio hace poco, en el que advertían que, si descubrían al meón, lo iban a sancionar económicamente.
Seguro que las casas, los PH, los dúplex, los countries, etc., tienen sus respectivas series estadísticas que aseguran padecimientos análogos. Habrá que pedirle a un discípulo de Paenza que averigüe cuál es el lugar más llevadero, dónde es más factible tener lejos a gente como esta.
Porque a mí no se me ocurre nada…

1 comentario:

Anónimo dijo...
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