domingo, 12 de diciembre de 2010

ACV

Van varias noches, algunas de ellas consecutivas, que, cuando me acuesto, siento un hormigueo en el dedo meñique de la mano derecha. A veces me ocurre antes de dormirme y a veces me despierto con esa sensación. Anoche, por perseguidx o porque de verdad pasaba, sentí el hormigueo también en una parte del antebrazo derecho.
Me pasa durante un rato. Después, es como si el cuerpo se acostumbrara a la horizontalidad, y no me jode. Tampoco me molesta durante el día. (Si fuese del lado izquierdo, no estaría contándolo acá: estaría llamando al SAME, estaría yendo a la guardia del hospital más cercano).
Entonces hago presión con ese dedo sobre la palma, como haciendo un ejercicio de digitación, para que la sangre vuelva a fluir normalmente, si eso es lo que sucede, si –en efecto– algo impide su correcta circulación.
A veces, otras veces, menos veces, se me mueve solo el brazo. También mientras estoy en la cama, acostadx. Desde el bíceps se mueve, siento. Y la otra noche se me movía sola la mano, rebotando contra el borde del colchón.
Todo esto para decir que si tengo un ACV, si el puto hormigueo y todos esos síntomas lo están anticipando, si el estrés, la frustración, la insatisfacción y el fracaso vencen… Nada, que me desenchufen rápido. Y que yo no dono mis órganos.
Y que si me internan en un lugar donde hay un crucifijo, que lo saquen. Primero, saquen esa mierda. Después, atiéndame. (Si es una urgencia, en cambio, primero me atienden y después sacan el crucifijo; pero si ya está todo jugado, primero saquen el fetiche necrofílico ese).
Y que sería una cagada no haber vivido, no haberlo logrado.

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