martes, 14 de febrero de 2012

Beso

Beso
en un banco
de una plaza
una noche
después de una fiesta.


(“Beso” * Marina Kogan)


Toda la noche de ese 31 miré hacia aquella esquina, hacia el cordón de la vereda. Antes y después del brindis, cuando estaba sentada en un taburete cuya vista atravesaba el ventanal y llegaba directa hasta allí, o cuando cambiamos lugares –y entonces me daba vuelta–, o cuando salía al balcón, desafiando mi vértigo, y no miraba los fuegos artificiales (¡mirá!, ¡qué lindo!, ¡uh, allá!). A cada rato miraba, como si una de esas miradas fuese a reconstruir nuestra imagen, en un cordón de una vereda una noche después de un recital.
No hubo beso esa noche. Es muy Olga esto, lo sé. Pero es así. Hablar no de lo que tuve, porque no lo tuve, sino de cuando estuvo cerca. Mejor dicho, de cuando lo percibí cerca. Y aunque la falta de referencias puede confundir la percepción, quizá no haya sido una lectura equivocada: lo que para mí es cerca para otros puede ser muy lejos.
Un beso en el cordón de una vereda, esa noche, después de un recital, no parecía un artificio ni un logro. Hasta podía verlo natural, una continuidad de las miradas y del entorno, de las risas y del aire que por nosotros había a nuestro alrededor. Capaz que es así cuando es, capaz que leemos parecido este momento, que coincidimos en el próximo cuadro de la historieta. Por este instante y, tal vez, seguramente, no más allá (aunque uno siempre va a querer más).
En los dibujos animados suelen aparecer un diablito y un santito en el hombro de algunos personajes, incitándolos al bien o al mal. Yo podría decir que tenía a la hinchada de mi equipo en mi hombro izquierdo alentándome. Pero la hinchada esa, como todas, son una banda de paqueros y mercenarios. No tengo metáfora, entonces, para ilustrar esa sensación, ese impulso extra que me llevó a preguntar: “¿Me dejás que te dé un beso?”.
(Que ningunx diga “qué boluda esta Olga, cómo va a preguntar”, porque no es así. Para mí no es así, y menos en esa situación).
Y me dijeron que no. Obviamente. Olgamente.
Entonces ni siquiera fue un problema pensar en si mis besos le iban a gustar.

5 comentarios:

S. dijo...

Varias veces hice una pregunta más o menos parecida. Independientemente del resultado es genial la sorpresa reflejada en la cara del que escucha la propuesta. Es más me pasó disfrutar más de ese momento - que dura unos segundos- que el propio beso.

Anónimo dijo...

yo imagino que Maria Eugenia Vidal, lo debe ver a Mauri y pensar en decirle "te puedo dar un beso" pero aun no se animó a soltarlo

Anónimo dijo...

yo solo puedo pensar como si cantara un tema de las pelotas, creo, besame besame besameeee...

Anónimo dijo...

Alguien subió el enlace de este post a un Facebook. Gracias.

y. O. dijo...

Si lo posteaste en FB es porque te gustó?
Decí algo!!!
Digan algo.

De paso, otro beso...
http://www.nosoportoalagente.blogspot.com.ar/2012/07/beso.html