sábado, 22 de abril de 2017

Dos poemas runners de Alexi Pappas (y uno que no)

Leave It There
Tengo la mala costumbre
de guardar cosas
mucho más de
lo que debería.

Viejos recibos, tarjetas de cumpleaños
de mi ortodoncista,
blocs que me llevé de los hoteles para
mi oficina inexistente.

Pero yo sé
que hay un momento,
–al final de la carrera,
cuando se ve la cinta de llegada–,

en el que hay que
sacar todo.

Lo prometo.


Seis el kilómetro, ponele, en un buen día
Como corro sin música, sola y de noche,
el sonido que me acompaña es
el de mis pasos.
El piso te agarra y te suelta en
las proporciones exactas,
el aire entra y sale
del cuerpo con la fluidez de un óvalo
cuando alcanzás la velocidad de crucero,
y la suela contra el suelo es un metrónomo que
te acerca al trance.
El viaje sería perfecto si pudiera
correr con los ojos cerrados,
envuelta en la brisa dulce que descuelga
las primeras hojas del otoño.
Por el medio de una calle
toda para mí,
abriendo los ojos apenas medio instante,
cada diez o doce pasos,
para actualizar mi GPS vestibular
y volver a cerrarlos.
O llevándolos abiertos sin que importe demasiado.
Corriendo en línea recta hacia no sé dónde
sin tener que preocuparme por cómo volver.


Breaking Tape
Sucedió
como imagino
que se sentiría
abrir de golpe grandes puertas de dos hojas

del tipo
de una mansión
o una casa de muñecas.

Me veía
quizá

como una princesa muy fuerte
acometiendo a través de la entrada

hacia el castillo
que construí para mí.

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