viernes, 30 de abril de 2010

San Antonio

Las luces nocturnas de la esquina caen al sesgo y reflejan el polvo sobre el umbral de la curtiembre.
Cerca de la pared que da a la pizzería, una elipse limpia se alarga en diagonal, casi desde la cortina metálica hasta el borde del umbral. Frente a ella se recorta la marca de otro muslo.
Veo las huellas de ese encuentro, inadvertidas por todos los ojos transeúntes. Pero no son las nuestras.
El relámpago de una sinapsis desata su tormenta de neurotransmisores y no alcanza a asegurarme que ocurrió. Como la otra vez que pasé por ahí, tiro el manotazo, tanteando donde estuvimos sentados esa tarde, y toco lo que queda de nosotros.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Cuando no queda nada,casi nada,se tocan sombras o se tantean recuerdos.
Una lastima vivir asi.

0 dijo...

Una lástima cuando queda nada, casi nada, salvo los recuerdos.

Anyway, no hay muchas opciones: o estás acá o sos un recuerdo.
Una subdivisión del ítem "sos un recuerdo" podría ser "no estás acá concretamente en este momento, pero formás parte de un continuo", es decir, hay algo vinculado con la continuidad que hace que la ausencia y el consiguiente recuerdo no sean tan profundos, no formen parte de lo que no hubo, o no habrá, o no hubo y seguramente no habrá; sino de algo que está siendo.
Y esta subdivisión puede, a su vez, subdividirse en tantas lecturas como personas haya involucradas, participen, lean, etc. Quiero decir: lo que para unx puede tener una continuidad más o menos afirmada ("¿no ves que estoy?"), para otrx puede estar a merced de un viento fuerte ("no sé qué quedará de eso, no sé qué sobrevivirá, qué es, si seguirá"), de la angustia, tristeza o como se llame la fórmula química de una cabeza + cuerpo cuando pasás –esa vez– por San Antonio y no hay nadie, salvo los recuerdos, y yo mismx, y el solipsismo; cuando, unos días antes, buscás a alguien –concreto- a la salida de un teatro, en las calles, en la estación, y no hay nadie… Como no había nadie todas las noches que traté de construir esta respuesta, ni ahora que la escribo.

En otro orden de cosas, o en el mismo, en ese umbral pusieron unas macetas para que nadie se vuelva a sentar allí.

Anónimo dijo...

A veces las fuerzas eternas de la vida
se concentran en la forma leve de un cuerpo
Y esta es el agua en la que vamos a nadar
hasta que algún día podamos despertar
Está parado en la luz que no da sombras,
no lo detiene la tristeza de estos días
Camina sin rumbo y no es que no sepa donde ir,
quema un combustible difícil de conseguir
Él quiere que sepas que está solamente a unos pasos de ahí
Y no tengas miedo todo esto es natural,
ni vida ni muerte, ni principio ni final.