sábado, 7 de julio de 2012

Beso

Cuando finalmente el colectivo llegó y trajo el momento de la despedida, nuestras bocas, por su cuenta, apuntaron al mismo punto del espacio. La contraorden cerebral llegó a tiempo, y el ABS de nuestros cuellos respondió a la perfección.
Terminé con los instantes de vacilación que siguieron a los movimientos descoordinados de la frenada brusca agarrándole la cabeza con mi mano derecha, a la altura del occipital, y acercándola con firmeza hacia mí para que imprimiera su beso contra algún hueso del lado derecho de mi cara.
La puerta abierta del colectivo en la parada, las luces violetas de su interior, el cigarrillo inconcluso arrojado al piso, las últimas palabras, automáticas e impotentes, todo fue fugaz, salvo la sensación de ese beso contra un hueso de mi cara.
Los besos como ese –como el que le di un rato antes en el medio del pecho–, que se dan haciendo fuerza y apretando la boca, que siguen haciéndose sentir un rato después de dados, son los que más me gustan.
Bueno, este fue el primer beso así que me dio. También fue el último que nos dimos.
Fue el último beso así que me dieron.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Signos vitales 1

Anónimo dijo...

Gracias. ;)

Y en un show de Sué Mon Mont otro beso nos quedará dijo...

Fueron lindos esos tiempos
esperando en la parada
que viniera el 299
y dejarlo que pasara
para seguir con los besos
hasta que otro llegara.

Qué linda fue la tarde
más lejos de tu casa,
antes que anocheciera
me mostraste tu primaria
y en la esquina bajo un árbol
otro beso nos quedaba.

Poooooooor las calles de La Plata
dimos vueltas para eso,
caminando por tu centro
una cuadra solitaria.
Otro beso y otro beso
antes que me alejara...

Pero el beso de los siglos
me lo diste en un aula,
sujetándome las manos
para que no te pegara.

Es mi cumbre, es mi daga...
Es mi cumbre, es mi daga...