domingo, 18 de noviembre de 2018

MP3

El MP3 que me regalaste se rompió hace tiempo, más o menos cuando empezamos a no vernos.
Se cayó desde el borde del cajón semiabierto de la mesita de luz, donde hacía equilibrio mientras lo cargaba. Un cable corto, un movimiento torpe y una trayectoria descendente de diez centímetros fueron suficientes para que palmara. Intenté revivirlo, claro, pero fue en vano.
Igual, no lo tiré. Quedó en otro cajón con la ilusión –diezmada por los años, atizada cuando me acuerdo– de que sea posible recuperar las canciones que le cargaste para mí.
Yo siempre quiero rescatar el núcleo de las cosas, aunque su exterior esté out of service.

4 comentarios:

Germán dijo...

Notable imagen de la caída de los objetos físicos y de la inaccesibilidad de la comunicación humana. O del lado emocional de la experiencia. Lo nuclear, que no renueva ni mucho menos reemplaza la última novedad tecnológica. El cajón semi-abierto, un cable corto, el equilibrio de los objetos inanimados. Potente. Gracias por compartirlo.

Paula Etcheverría dijo...

Hola Olga!

tengo nuevo blog por el momento con videos (míos) porque se me rompió el teclado de mi compu
Saludos, pasáte!

https://rockeandomientrassepueda.blogspot.com/

María Font dijo...

Me siento identificada. Yo también guardo un mp3 roto con canciones que me cargaron. Creo que además de perseverantes, somos románticas. Valiosísimo.

y. O. dijo...

Hay una parte de pasado que no podemos soltar.
A todos nos pasa eso, se llama memoria. (Salvo al chabón de Memento).
Pero temo que lo mío sea demasiado.


Voy a contarlo acá: hace exactamente diez años tocó Palo en el CAFF, y fui con una persona.
Seguro tocó esa que dice "amuchadas sin tocarse, cual monedas de alcancía, van soñando con matarse en un burdel de almas vacías".
Hoy fui de nuevo, doblé la misma esquina de aquella noche, descubrí que cambiaron las veredas y no está más el cuadrado de cemento donde antes estaba el teléfono público, que cerró el almacén, pasé por la puerta del boliche, miré para adentro, y me volví a casa. (Sin hacer todo el recorrido que hicimos con esa persona esa noche, el cual recuerdo calle por calle y vereda por vereda).

Qué sé yo.

Gracias por el signo vital.